Dr. Francisco Sanz Salguero*
Chile inicia un salto hacia un futuro inédito: Desde el primer reglamento fundamental creado bajo el periodo de Bernardo O’Higgins en 1811, hasta la actual Carta Magna gestada durante el gobierno militar, por primera vez en su historia republicana una Convención Constitucional elegida por sufragio se encargará de redactar la Constitución Política. Respecto a cómo será la naturaleza de las decisiones de los convencionales, reina la incertidumbre. Es difícil anticipar cómo será la relación entre los miembros de la Convención y, mucho menos, cuál será el resultado de su trabajo, labor que de todas formas deberá ser sometida a un “Plebiscito de salida” a mediados de 2022.
De todas formas, y no sin sobresaltos, oficialmente el pasado 4 de julio se llevó a cabo la instalación oficial de este organismo. Pasadas las 13:00, los convencionales electos aceptaron sus cargos ante la relatora del Tricel, Carmen Gloria Valladares, dando inicio a la sesión inaugural de la Convención Constitucional: la funcionaria, logró un difícil consenso entre los convencionales, quienes pugnaban por suspender totalmente la sesión, o iniciarla pese a los enfrentamientos (al final del acto, y como una única situación en la que hubo absoluto acuerdo, los convencionales le dieron una fuerte ovación, aplaudiéndola de pie por su espíritu de consenso). El proceso, se extendió más de los programado, gracias a que algunos convencionales se negaron a iniciar la ceremonia argumentando que Carabineros estaba reprimiendo a manifestantes. Tras completarse el rito de instauración, en una decisión cargada de simbolismo se comenzó a desarrollar la elección de la mesa directiva de la Convención Constitucional, designándose a Elisa Loncón (constituyente mapuche) como presidenta (su escogencia es un cambio dramático para un grupo que no está reconocido en la Constitución vigente) y Jaime Bassa (del Frente Amplio) como vicepresidente.
Las opiniones vertidas sobre las vicisitudes y momentos del acto de instalación, reflejan las dos miradas que tienen los chilenos sobre el rol de este organismo: por un lado, están los que reconocen en este hito histórico al Chile real, sin apariencias, con defectos y virtudes, pero con un sentido de esperanza: un país en donde todos caben. En la otra orilla, tenemos al sector que ve en el trabajo de la Convención el inicio del fin de un Estado próspero, el de los estándares sociales y económicos muy por encima de sus vecinos, éxito logrado en buena parte a las directrices de la Constitución que se pretende derogar. Con independencia de la visión que se adopte, el trabajo de la Convención estará determinado por el papel que los convencionales asuman cuando el órgano funcione rutinariamente: su importancia simbólica y política será evaluada por los resultados que logren.
________
*Académico de la Escuela de Derecho UCN Antofagasta.